Un pequeño parque para niños, para vecinos, para socializar, para una vida urbana más bella. La gente de Rijeka ya lo ha llamado brasileño, porque fue diseñado de manera peculiar por la artista brasileña Karin Schneider, colocando un laberinto de ladrillos rojos, fuentes: espinas de agua, muros de escalada para niños, bancos ocultos para los enamorados.